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LAS MANOS DE MI MADRE

LAS MANOS DE MI MADRE
Ayer fuertes, lozanas y tersas las manos de mi madre.
Calculaban las porciones de los ingredientes de los amasijos diversos, pasteles, rosquitas, pan y bizcochuelo. En la boca del horno le decían si éste estaba a punto para introducir tal o cual amasijo.
Cuando mi madre escogía las labores en los tejidos dejaba que sus dedos, pequeñitos, hicieran los dibujos que quería. Cuando tejía, sus manos hacían el rítmico golpetear sobre el tejido hasta ponerlo listo para el otro pase del tramero.
Cuando preparaba las sábanas y fundas de almohadas de Franklin, Alvaro, Lucila, Jorge, Edgardo y las mías, sus manos con tijeritas y agujas bordaban arabescos o avecillas que querían volar; y, en la máquina de coser, la Negrita de Singer, guiaban las telas para un coser preciso.
Parecía que sus manos, más que los ingredientes, eran las que daban los ricos sabores y aromas a las exquisitas comidas que con diligencia nos ponía a la mesa, más temprano que en otros hogares.
Las ayer fuertes manos, lozanas y tersas de mi madre, hoy no tienen la fortaleza, lozanía y tersura, pero siguen siendo sus manos y las quiero como siempre las quise, quizá más. 

No dudes Antonio, las quieres más y las besas reverente.

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1 comentarios:

Edy Salazar U. dijo...

Que texto tan lindo con el sentimiento del hijo agradecido, del hijo que se postra reverente ante su madre
Dios lo bendiga y siga escribiendo lo felicito por su interés y dinamismo
saludos cordiales

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